Capitulo vii
¿te atreves a amar?
El humano lo tenía claro.
Después de todo lo que habían vivido, después de cada risa, cada conversación nocturna, cada mirada compartida… quería que Chipiss fuera su novia.
Pero la gran pregunta lo atormentaba: ¿ella sentiría lo mismo? ¿Y si decía que no? ¿Y si se alejaba?
¿Y si arruinaba lo que ya tenían? Con el corazón lleno de dudas, hizo lo que siempre hacía cuando necesitaba consejo: habló con su mejor amigo, Melvin el Elefante. Melvin, con su sabiduría de años (y su eterna fascinación por la cola de Zendaya, la zorrita de Mundo Molino), le dio un consejo simple, pero poderoso:
—Hermano, solo sé sincero. Dile lo que sientes. No hay nada más fuerte que la verdad. Y con esas palabras en mente, el humano tomó una decisión. El Lugar Perfecto Si iba a pedirle que fuera su novia, tenía que ser en un lugar especial. Y entonces lo supo.
Trefisgón. El primer lugar al que salieron juntos, el sitio donde su historia había comenzado. Era como si el destino le estuviera diciendo que ahí, en ese mismo lugar, debían marcar un nuevo capítulo en su historia. El humano pasó por Chipiss y fueron a comer a Trefisgón. Como siempre, se la pasaron increíble. Hablaron de sus días, se contaron anécdotas tontas y rieron sin parar. Pero el humano sabía que aún quedaba lo más importante. Después de la cena, la invitó a su casa. Chipiss aceptó sin dudar, sin imaginar lo que estaba a punto de pasar. Las Palabras que Cambiaron Todo En la tranquilidad de su hogar, el humano respiró hondo, la miró a los ojos y con toda la sinceridad de su corazón, le dijo:
—Chipiss… desde el día en que te conocí, supe que había algo especial en ti. Cada momento a tu lado ha sido increíble. No hay nadie con quien quiera estar más que contigo. ¿Quieres ser mi novia? Chipiss lo miró, y por un segundo, el humano sintió que el tiempo se detenía. Pero entonces, ella sonrió.
—No hay nada que quiera más en este mundo
—susurró
—Sí. Y se dieron un beso. Pero no fue un beso cualquiera. En ese instante, algo increíble ocurrió: el humano comenzó a transformarse. Sus ojos se hicieron más grandes, su piel adquirió un brillo peculiar y, de alguna manera, se convirtió en un fisgón. Era como si el universo hubiera decidido unirlos no solo en sentimientos, sino también en esencia. Ahora, más que nunca, eran el uno para el otro.
No sabemos cómo terminará esta historia, porque en este momento… Ellos siguen siendo felices. Pero lo que sí podemos decir con certeza es que el humano nunca se había sentido tan feliz como con Chipiss.

Fin


