Capitulo v
Una Mágica Navidad
El tiempo pasó, y cada día que hablaban, Chipisss y el humano se volvían más cercanos. Lo que comenzó como una simple curiosidad entre dos seres de mundos distintos, poco a poco se había convertido en algo más profundo.
Entonces, llegó Navidad. Una fecha especial, un día para dar, recibir y estar con quienes realmente importaban. Y para chipisss, ya no había duda de que el humano era una de esas personas. Sin pensarlo mucho, decidió enviarle una invitación para pasar esa noche en su casa. Lo que no le dijo era que toda su familia estaría ahí. El humano aceptó sin dudarlo, emocionado de compartir una fecha tan especial con ella. Pero cuando llegó el gran día y chipisss le confesó que también conocería a sus padres, el humano sintió un ligero nerviosismo.
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—¿Crees que les caeré bien?
—preguntó, arreglándose la chaqueta antes de tocar la puerta.
—Si no lo hacen, me los como
—bromeó chipisss, guiñándole un ojo. El humano rio y, con ese pequeño gesto, su miedo se disipó.
La Cena con la Familia Fisgón, al entrar, el humano se encontró con una sala decorada con luces parpadeantes, adornos brillantes y una gran mesa llena de comida fisgona, algunas de las cuales parecían moverse por sí solas. La familia de chipisss lo recibió con miradas curiosas, pero pronto se dieron cuenta de lo especial que era para ella, y eso fue suficiente para aceptarlo. La cena estuvo llena de anécdotas, risas y alguna que otra pregunta incómoda del padre fisgón sobre si los humanos podían ver bien con ojos tan pequeños. Pero cuando el reloj marcó la medianoche, llegó el momento más esperado. Chipisss y el humano se miraron con complicidad, sabiendo que era hora de intercambiar sus regalos, Chipisss le entregó una caja envuelta con delicadeza.
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—Espero que te guste
—dijo con un leve rubor en sus mejillas. El humano la abrió con cuidado y su rostro se iluminó al ver lo que había dentro: un objeto que había mencionado en una de sus largas conversaciones nocturnas, algo que pensó que chipisss no recordaría.
—¿Cómo…?
—susurró sorprendido
—. Es perfecto.
—Te escuché
—respondió ella con una sonrisa tímida
—Siempre lo hago. Entonces, él le entregó su regalo. Chipisss lo abrió y sintió que su corazón latía más rápido. Era algo que ella había deseado en secreto, un detalle tan significativo que solo alguien que realmente la conociera podría haber elegido.
Se quedaron en silencio por unos segundos, mirándose a los ojos, comprendiendo que esos regalos no eran simples objetos. Eran prueba de lo que sentían el uno por el otro. La Noche en que Todo Cambió el murmullo de la familia a lo lejos, chipisss y el humano supieron que aquello no era solo una amistad. Era algo más. Algo que, sin importar las diferencias entre sus mundos, había nacido para ser.Y en esa noche fría de Navidad, sin decirlo en voz alta, ambos entendieron la verdad más importante:
Estaban destinados a estar juntos.

