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Capitulo iii

trefisgon

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El siguiente fin de semana, chipisss y el humano fueron a Trefisgón, un restaurante famoso en el Mundo Fisgón.

Desde el primer momento, sintieron que había más química entre ellos que antes. Hablaron, de todo, desde las costumbres de los fisgones hasta las rarezas de los humanos.

—¿Sabías que en mi mundo no todos tienen ojos tan grandes como los tuyos?

—dijo el humano, fascinado.

—¿En serio? ¡Eso suena aterrador!

—bromeó chipisss. Rieron sin parar y disfrutaron de la mejor comida fisgona. Cuando terminaron, el humano insistió en acompañarla hasta la puerta de su casa. Pero al llegar, se dio cuenta de un problema:

—¡No tengo batería! No puedo regresar… Chipisss lo miró con ternura y tomó una decisión.

—No hay problema. Puedes entrar y cargar tu teléfono. Dentro de su hogar, se sintieron cómodos. Mientras el teléfono cargaba, siguieron conversando, hasta que chipisss tuvo una idea divertida.

—Nunca he maquillado a un humano… ¿Me dejas intentarlo? El humano rio y aceptó. Chipisss tomó sus pinturas y lo maquilló de la forma más graciosa posible: cejas gigantes, labios exagerados y unas sombras de colores estridentes. Cuando se miró al espejo, el humano soltó una carcajada.

—¡Pareces un fisgón!

—exclamó chipisss. Se rieron tanto que las lágrimas les brotaron de los ojos. Fue un momento único, de esos que se quedan en el corazón. Cuando finalmente el teléfono del humano estuvo cargado, supo que debía irse. Pero antes de cruzar la puerta, se detuvo, miró a chipisss con cariño y, sin pensarlo mucho, le dio un beso de despedida. Chipisss sintió su corazón latir con fuerza.—Nos vemos pronto —dijo él, con una sonrisa radiante. El humano se fue más feliz que nunca. No solo había encontrado a alguien especial, sino que, en un mundo tan distinto al suyo, había descubierto un lugar donde realmente quería estar.

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